Ya desde el embarazo, como madres nos enfrentamos a un millar de cuestiones y preguntas, algunas más banales que otras. ¿Dormirá con nosotros o en su habitación? ¿Le daré purés o haremos BLW? ¿Pañales desechables o de tela? Sin darte casi ni cuenta, poco a poco vas tomando esas pequeñas decisiones que configurarán la crianza de tu bebé, pero hay una que, posiblemente, sea una de las más importantes que puedas tomar: ¿lactancia materna o artificial?
Lo primero que hay que decir en este caso es que decidas lo que decidas, está bien decidido. Tú eres la madre de tu bebé y, como se suele decir, lo perfecto es enemigo de lo bueno. Si crees que darle biberón —por los motivos que sean, todos absolutamente respetables— es la mejor opción para ambos, adelante. Pero si te estás planteando darle lactancia materna, es importante que tengas en cuenta unas cuantas cosas que, quizá, no se te habían pasado por la cabeza hasta ahora. Porque, total, dar el pecho es lo más fácil y natural… ¿no?
Piel con piel durante toda la lactancia
Más allá del momento del nacimiento, practicar el contacto piel con piel —o método canguro— va a serte de mucha ayuda durante toda la lactancia. En aquellos momentos en que se te haga cuesta arriba si hay problemas de agarre, o si estás tardando un poco más en que se regule la producción; cuando, por el motivo que sea, inicie una huelga de lactancia o un destete prematuro, o una de las famosas crisis de lactancia que te encontrarás a lo largo del camino; cuando necesitéis un momento de reconexión, por ejemplo, al volver del trabajo el primer día que te reincorpores…
Estar en contacto con la piel de tu bebé no solo hace que tu cerebro segregue endorfinas y oxitocina, hormonas que nos hacen sentir estupendamente bien y ayudan un montón en la lactancia, también le ayudará a él a superar esos pequeños baches por los que también pasa cualquier bebé. Es una herramienta muy sencilla de utilizar y sus beneficios no caducan.
No en vano, el tacto es el único sentido con el que el bebé nace totalmente desarrollado. De ahí la importancia de que lo toquemos, de que lo besemos y lo abracemos, de que estemos en permanente contacto con él en esos primeros días y semanas. Es la forma que tienen de relacionarse con nosotros, de sentirse seguros en nuestros brazos y de reconocernos, junto al olfato.
Por eso es tan importante que mantengamos su piel cuidada desde el primer día, utilizando productos que sean respetuosos con ella por un lado y que, por otro, la protejan y alivien en aquellos casos en que sea necesario. Mustela cuenta con gamas de productos adaptados a todo tipo de pieles, desde normal a atópica, formulados todos ellos con ingredientes de origen natural como parte de su compromiso «Yo quiero lo natural». Momentos tan importantes como el del baño son claves para establecer esa relación «piel con piel» con nuestro bebé, por ejemplo, dándole un masaje con el aceite de masaje de Mustela, con aceite de aguacate natural que contribuye a restaurar y proteger el film hidrolipídico y aceites vegetales protectores que hidratan su piel en profundidad.
La hora dorada
Ha llegado el momento del parto. Llevas esperándolo casi desde antes de quedarte embarazada. Soñando con ese instante en que podrás coger en tus brazos a tu bebé y ponerlo sobre tu pecho. No, no es una fantasía vana. Es un instinto que tiene todo el sentido del mundo y que es fundamental para las dos partes implicadas: madre y bebé.
Cada vez hay más estudios que hablan de la influencia enormemente positiva que tiene en el bebé el que, según nazca, sea colocado sobre la piel desnuda de su madre. En primer lugar, este contacto les ayuda a regular mejor la temperatura, el estrés por el nacimiento y el entorno disminuye considerablemente, les ayuda a tener un ritmo cardíaco y respiratorio más estable y lo que quizá sea más importante de todo, inicia un vínculo temprano entre los dos que favorece el aspecto afectivo de la relación que acaba de nacer.
Pero a todo esto se le suma una clave que no podemos perder de vista si hemos decidido intentar tener una lactancia materna de éxito: el piel con piel favorece la instauración de la lactancia y la respuesta primordial del bebé ante ella. Seguro que has visto mil y un vídeos en los que un bebé recién nacido trepa por torso de su madre hasta llegar al pecho y una vez allí, se engancha a mamar prácticamente sin intervención alguna.
No es ningún evento fuera de lo normal. Los bebés tienen el instinto de acudir al pecho materno y el cuerpo de la mujer se transforma durante el embarazo para favorecer este camino. Por ejemplo, el oscurecimiento de los pezones que se produce en estos meses tiene como finalidad ayudar a guiar al bebé en este camino. La vista es uno de los sentidos que tienen menos desarrollados, así que será el olfato el que más le ayude a llegar hasta el pecho, pero la areola engrandecida y de una tonalidad oscura le servirá de punto de apoyo visual en su «escalada».
Así que podemos decir que esta primera hora tras el parto es, como se suele llamar, la hora dorada o sagrada. Los instintos del bebé están en pleno apogeo para lograr engancharse al pecho, y el contacto piel con piel supondrá un empuje considerable en la instauración de una lactancia materna temprana. En el caso de la madre, esta primera toma además desencadenará un buen torbellino de oxitocina, una de las hormonas responsables de la contracción del útero, lo cual ayudará por un lado a evitar hemorragias y, por otro, al alumbramiento de la placenta. Como ves, son todo ventajas para ambas partes.
Intentar evitar la separación
No todos los partos son iguales. En algunos, esta hora dorada se respeta porque no ha habido intervención médica que la impida y todo ha salido razonablemente bien. Pero hay otros en los que, por el motivo que sea, se produce una separación entre mamá y bebé tras el nacimiento que puede repercutir negativamente en ambos.
Cada vez son más los hospitales que están acortando, con el fin de eliminarlos por completo, los tiempos de separación entre madre y recién nacido en el caso de las cesáreas, por ejemplo. Pero tanto si es tu caso como si la separación se ha producido por otros motivos, no te agobies. Desde luego que no es lo ideal, pero tienes opciones.
La primera y más importante de todas: que papá haga piel con piel con el bebé. Si tú sigues en quirófano mientras terminan la intervención, o si te han tenido que subir a reanimación durante un breve periodo de tiempo, papá puede encargarse de hacer piel con piel con el bebé y ayudarlo que se beneficie de todo lo bueno que tiene esta práctica.
Obviamente no influirá en vuestra lactancia de la misma manera que si lo hicieras tú, pero todos los demás beneficios que sí tiene el bebé —la regulación de la temperatura y los ritmos cardíaco y respiratorio, la reducción del estrés, etc.— seguirán teniendo lugar. Y, por supuesto, el vínculo afectivo entre ambos se reforzará de la misma manera que lo haría si fuera la madre quien tuviera al pequeño.
Una vez que puedas estar de vuelta con tu bebé, no pierdas ni un minuto. Fuera camisón, fuera pijamita —conserva su pañal si quieres evitar «derrames» inesperados— y a disfrutar.
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