Bebés y más
Contenidos contratados por la marca que se menciona

+info

Es una de las primeras cosas en las que nos fijamos, y seguramente también una de las que más echamos de menos conforme van creciendo. Ese momento en que coges a tu bebé en brazos, acercas tu cara a su cabecita… y lo hueles. Parece algo tremendamente instintivo, y lo es: el olfato es uno de los sentidos en los que más se apoya el vínculo que comienza a crearse entre mamá y bebé desde el momento del nacimiento, y no solo en el caso del peque.

El olfato del bebé le ayuda a identificar a su madre, y es algo que tiene firmemente implantado en su ADN. Seguro que has escuchado historias —o incluso te ha pasado a ti— de bebés que dejan de llorar en el momento en el que alguien les acerca una prenda que ha llevado su madre. Es así de poderoso.

Pero para nosotras no lo es menos. Nuestro olfato conecta directamente con nuestros instintos más básicos de protección. Hay estudios que prueban que un 90% de las madres testadas fueron capaces de reconocer a sus bebés única y exclusivamente por el olor. Y seguramente, si tratas de explicar a qué huele tu bebé, ni siquiera seas capaz de encontrar las palabras. Es algo verdaderamente único e indescriptible. Huele bien.

Cuidar y respetar

Como todo lo que tiene que ver con nuestro bebé en sus primeros días y semanas de vida, cuidar y respetar son las dos claves que más te ayudarán a la hora de tomar decisiones.

La piel de tu bebé, de donde emana ese aroma que te saca la sonrisa incluso en esos días en los que parece que todo te supera, es posiblemente en lo que más deberás aplicar esta pauta de «cuidar y respetar». Se trata de un órgano muy sensible a este nuevo entorno en el que se encuentra y por eso deberás tomar algunas precauciones básicas para asegurarte de que está en perfectas condiciones.

Por ejemplo, durante estos primeros meses olvídate del suavizante en las coladas que hagas con ropa de bebé. Y apuesta siempre por jabones delicados que no contengan químicos que puedan irritar su piel. Esto mismo es aplicable a la ropa de cuna, es importante que las sábanas sean de tejidos agradables, preferiblemente de algodón, y evitar los tejidos sintéticos que son menos transpirables.

Durante los primeros días no será necesario que lo bañes, más allá de lo que pueda necesitar en un cambio de pañal si ha habido algún «escape». Pero cuando poco a poco vayas introduciendo el baño en su rutina diaria, es fundamental que lo hagas recurriendo a productos que cuiden y respeten su piel y, por qué no, mantengan ese olor delicioso que tiene tu recién nacido.

Mustela tiene gamas de producto para bebé adaptados a todo tipo de piel. Y si tienes dudas sobre cuál es el de tu peque, puedes hacer su test para descubrir cuáles son sus características principales y qué tipo de productos pueden adaptarse mejor a ellas. Es parte del compromiso de Mustela «Yo quiero mi cuidado especial«, una apuesta firme por identificar claramente qué necesidades tienen los distintos tipos de piel y ofrecerles un cuidado diseñado a medida para ellas.

Por ejemplo, la gama para piel muy sensible de Mustela es la primera gama completa sin perfume, formulada con ingredientes de origen natural y con texturas ultraligeras para aquellas pieles que tienen una reactividad alta. Pero también puedes recurrir a ellas si buscas productos suaves y delicados con la piel de tu bebé y que no aporten una fragancia extra.

Conforme pasen los meses podrás, si te apetece, ir utilizando productos que le aporten ese toque justo de olor en el baño que no hace más que realzar el que ya tiene tu bebé, como el Gel de baño suave. Con perseose de aguacate para proteger la barrera cutánea y preservar su riqueza celular, así como vitamina B5 y tensioactivos suaves que limpian con delicadeza, no tiene nada de jabón ni activos que puedan irritar su piel.

La piel de tu bebé tendrá distintas necesidades conforme vaya creciendo, pero lo más importante siempre seguirá siendo cuidarla y respetarla. De ahí la importancia de valorar bien todo lo que esté en contacto con ella, así como de contar con productos que la protejan y la alivien en aquellos momentos en que sea necesario.

Mucho más que un aroma agradable

La ciencia quiso en 2013 investigar qué había de verdad en una tónica con la que todas las madres coincidían. Y toparon con un hallazgo que dio la razón a millones de mujeres en todo el mundo (e incluso a lo largo de la historia). El olor del bebé hace que se active la zona del cerebro que segrega dopamina y que está asociada con las recompensas. Traducido, oler la cabecita de un bebé funciona igual que comer algo increíblemente delicioso después de haber pasado muchísima hambre.

Y no sucede solo cuando el bebé es tuyo y acabas de ser madre, no. Si tu mejor amiga viene a casa a verte y se lo dejas un ratito en lo que, por ejemplo, te das esa ducha que tantas ganas tenías de darte, ella sentirá la misma emoción disfrutando de ese aroma que si fuera su propio bebé al que huele.

Pero más allá de que nos haga sentir tan bien, hay un trasfondo más profundo —y bastante más práctico y primario—. Los humanos estamos diseñados para vincularnos instantáneamente con nuestras crías, y este tipo de mecanismos son responsables de contribuir a la creación de ese vínculo entre madre y bebé.

Así que si alguna vez te has descubierto a ti misma —o a tu pareja— con la nariz pegada a la piel de tu bebé, recreándote en esa sensación de absoluto bienestar y felicidad que te invade al olerlo, ya lo sabes: lo que estás haciendo es algo que millones de madres a lo largo de la historia de la Humanidad han hecho para conectar con sus hijos.