Bebés y más
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Pasada la locura de las primeras semanas de tener un bebé en casa, poco a poco vas aterrizando y dándote cuenta de pequeñas cosas. Por ejemplo, de cuantísimo tiempo libre tenías antes —a pesar de que siempre te quejabas de que no te daba tiempo a nada— o de lo fácil que era hacer algo tan sencillo como darte una ducha relajante, de las que llenan de vapor todo el baño.

Pero además de todo esto, cuando yo misma fui madre, una de las cosas que más me llamaron la atención fue la cantidad de residuos que generamos en casa desde que nació la peque.

Desde siempre hemos tratado de ser cuidadosos con este tema y hemos intentado ser lo más comprometidos posible con el cuidado del medio ambiente. Separamos los envases, los residuos orgánicos, el vidrio y el papel… Prácticamente lo que se trata de hacer en todos los hogares. También buscábamos consumir de manera sostenible, comprando a granel cuando era posible, llevando nuestras bolsas de tela a comprar para evitar tener que pedir las de plástico. Lo típico.

Por eso cuando llegó nuestra hija, entre la falta de tiempo para seguir con las rutinas habituales de casa y todo lo que implica el cuidado de un bebé, poco a poco nos dimos cuenta de que la cantidad de residuos se estaba incrementando exponencialmente.

Así que tomamos la decisión de intentar que nuestro hogar volviera a ser lo más sostenible posible, y éstas son las prácticas que hemos puesto en marcha.

Buscar marcas que sean sostenibles

Nuestro propósito de reducir residuos y de reciclar al máximo los que generamos está muy bien, pero también es importante que nuestro consumo vaya en línea con esta creencia. Así que uno de los primeros pasos que hemos dado ha sido buscar marcas que compartan esta filosofía de respeto al medio ambiente.

Muchas las teníamos ya fichadas de nuestra etapa prebebé, pero ahora tocaba indagar en aquellos productos infantiles que necesitábamos para su cuidado. Mustela ha hecho suyo este compromiso con el medioambiente, y sus gamas de productos cubren las necesidades de todo tipo de piel y los diferentes momentos de aseo de la peque, desde el baño hasta el cambio de pañal. De hecho, son el primer laboratorio farmacéutico y dermocosmético del mundo en obtener la certificación B Corp.

El 100% de sus envases son reciclables y el 100% de sus fórmulas con aclarado -como el Gel de baño suave y el Champú suave-son biodegradables. Además, el cartón de los embalajes proviene de bosques gestionados de forma responsable y los estuches de las gamas Mustela bebé-niño están impresos con tintas de origen vegetal.

Pero si investigamos un poco, nos encontramos con que el compromiso de Mustela con las personas y la naturaleza va más allá. Y es que para la obtención del perséose de aguacate, uno de sus activos más importantes, la marca se asocia con proveedores que respetan el medio ambiente, la biodiversidad y las comunidades locales.

Otro aspecto a tener en cuenta y que suma puntos es que, en los últimos años, su centro de fabricación, situado en Francia, ha ido reduciendo progresivamente su consumo de luz, gas y agua. Desde 2018 el 100% de su electricidad es verde, procedente de fuentes de energía renovables (eólica, hidroeléctrica, etcétera). Así que la añadimos a la lista de marcas a las que recurrir cuando necesitáramos productos de aseo e higiene para la peque.

Fuera lo desechable (cuando se pueda)

Teniendo en cuenta que, de media, un bebé utiliza entre 5.000 y 6.000 pañales a lo largo de sus 30 primeros meses de vida, pronto los pañales de tela se convirtieron en una prioridad. Hicimos cuentas para ver si nos salía realmente a cuenta a nivel económico —por si suponían un mayor gasto en energía y luz— y si verdaderamente eran una alternativa sostenible.

Los pañales desechables están hechos a base de celulosa y derivados del petróleo, con todo lo que eso conlleva en su fabricación a nivel medioambiental. Si a esto le sumamos el tiempo que lleva que sus materiales se degraden —¡200 años!— y la enorme cantidad de basura que generaríamos en los poco más de dos años que les daríamos uso, el pañal de tela no tardó en convertirse en la mejor opción para nosotros.

Y para emergencias —que con estos peques ya sabréis que están a la orden del día, desde «se te ha olvidado poner la lavadora» a «hemos tenido una explosión de caca fuera de casa»—, hemos optado por tener pañales desechables biodegradables —con menos productos químicos o sin ellos y de materiales sostenibles y ecológicos- como alternativa a los habituales de tela.

El siguiente punto en el que hemos optado por reducir residuos han sido las toallitas. Cuando estamos en casa recurrimos al clásico barreñito con agua caliente y unas gotitas de Gel de Baño Confort de Mustela para la piel sensible del culete cuando hay caca. Eso sí, en épocas en las que está especialmente irritada —los dichosos dientes, la introducción de algunos alimentos de la alimentación complementaria, etc.— recurrimos a las toallitas limpiadoras confort para aliviar las rojeces.

Son las mismas que tenemos también en la bolsa del carro de paseo, y una vez utilizadas, siempre tenemos la precaución de tirarlas al contenedor de restos (el gris)nunca por el inodoro. El envase de estas toallitas también es reciclable, así que por ese lado también cumple.

Dos puntos complicados: ropa y juguetes

Al margen de la higiene y el aseo de nuestra peque, esta filosofía sostenible también la aplicamos a otros aspectos de su crianza. Los niños crecen como la espuma, casi sin darte cuenta, y es una pena la cantidad de ropa que se va acumulando porque ya no sirve.

Tratamos de comprar la ropa justa, para no desperdiciar, pero, además, nos esforzamos por adquirir aquella elaborada con fibras vegetales -como algodón o lino-, que hayan sido cultivadas sin utilizar herbicidas, pesticidas ni fertilizantes químicos. Ya sabemos que esto no siempre es posible, pero queremos pensar que cada granito de arena cuenta.

Buscamos también que los colores lleven tintes naturales y que todos los materiales sean reciclables. Este tipo de prendas son, además, menos agresivas para la delicada piel de los niños y pueden evitar la aparición de alergias u otros problemas dermatológicos, tan habituales hoy en día.

En cuanto a los juguetes, somos de la opinión de que los niños no necesitan tantos y, cuantas más cosas hace el juguete, menos imaginación tiene que poner el peque. Así que, al margen de los regalos, que eso ya no se puede controlar (algunos los he puesto sin abrir en plataformas de venta de segunda mano porque no nos convencían), nos decantamos por unos muy concretos.

Los que nos ofrecen garantías de que no contienen tóxicos, hechos con materiales naturales y de calidad, y con un diseño sencillo para ayudar a mi hija a desarrollar su lado más creativo. Los de madera son, sin duda, mis preferidos. Y lo que es mejor, también los de la peque. Puede chupetearlos, lanzarlos, estrujarlos… Bueno, todo lo que hace un crío con un juguete y resisten infinitamente mejor que el plástico.

Si algo tuve claro antes del nacimiento de la niña fue que los muebles de su habitación serían de madera tratada con barnices y pinturas libres de solventes, que perjudican nuestra salud y la capa de ozono, y para cuya obtención se hubiera evitado la tala indiscriminada de árboles. Y así fue. La cuna es una preciosidad hecha de madera con certificación ecológica y la ropa de cama es de algodón ecológico, un gusto para el tacto.

Por un consumo sostenible

Afortunadamente, las empresas se están poniendo las pilas y cada vez hay una mayor variedad de productos sostenibles para la higiene y el cuidado de los bebés a disposición de aquellos padres concienciados con el cambio climático y la enorme cantidad de residuos que generamos.

En mi familia, tratamos de ser muy cuidadosos con lo que compramos para nuestro peque, y en la medida de lo que nos permite el bolsillo, intentamos siempre escoger los productos más respetuosos con su salud y el medio ambiente.

Lo cierto es que nos queda mucho camino por recorrer aún, pero con pequeños gestos se puede hacer mucho para ir dejando atrás un consumo poco responsable que cada vez nos sale más caro. En mi día a día trato de cumplir mi cuota de responsabilidad con el planeta. Estando bien él, lo estamos todos. Y es la mejor herencia que podemos dejar a las generaciones futuras.

Fotos | Pexels