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La hora del baño es uno de los momentos que más esperamos como padres. Por un lado, suele ser el preludio de la última etapa del día, en la que podemos descansar un poquito e incluso quizá compartir un ratito en pareja. Por otro, a los bebés les suele encantar el momento bañera… pero si a tu peque el tema del agua no le fascina, no te preocupes: no estás solo, y no será para siempre.

Con algunas pautas sencillas puedes convertir el baño en el mejor momento del día. Solo necesitas un poco de paciencia, una buena rutina establecida, productos adecuados a la piel de tu bebé y constancia.

Las claves de un buen baño

A la hora del baño, tenemos varias opciones a considerar. Si el espacio no es un problema, podemos optar por una bañera cambiador dentro del propio baño que podamos llenar y vaciar con facilidad en nuestra bañera o plato de ducha. Pero si andamos un poco justos, una de las opciones que mejor funcionan últimamente son las bañeras plegables. Son ligeras, podemos llevarlas de viaje y una vez utilizadas, se doblan y se recogen con facilidad.

La temperatura del agua es el siguiente factor que debemos considerar. 37 grados es la temperatura recomendada, ni más fría ni más caliente. Para comprobar que está en su punto, puedes utilizar un termómetro de agua o el método un poco más «de andar por casa» de introducir el codo para ver que no nos hemos pasado de calor ni nos hemos quedado cortos.

La temperatura de la habitación también es importante. Si hace frío, podemos utilizar un pequeño calefactor para subirla unos grados. Aunque nosotros tengamos calor, hay que tener en cuenta que el bebé estará desnudo y mojado, con lo que cualquier corriente de aire o simplemente una temperatura fresca pueden hacer que esté incómodo.

En el caso de los bebés recién nacidos o de pocos meses, que todavía no se aguantan sentados, puede ser interesante recurrir a un soporte para poder dejarlos recostados y tener las dos manos libres para limpiarlos bien. Ojo, porque esto no significa que podamos dejar a nuestro bebé sin vigilancia en ningún momento. Siempre que nuestro peque esté en el agua, un adulto tiene que estar con él supervisando y listo para actuar en caso de que surja cualquier imprevisto.

Cuidar de su piel es una prioridad

En cuanto a los productos que podemos utilizar, la variedad es amplísima. Sí que hay consenso en que durante los primeros días no es necesario recurrir a champús o jabones. Un baño con agua a la temperatura perfecta será más que suficiente, y conforme vayan transcurriendo estas primeras semanas, podremos ir poco a poco introduciendo productos que sean, sobre todo, respetuosos con su piel.

Gel y champú son los dos imprescindibles durante el baño como tal. Si el tipo de piel de tu bebé es normal, el gel de baño suave de Mustela es una buena opción. Está testado dermatológicamente y formulado con ingredientes de origen natural como el perséose de aguacate, que protege y refuerza la barrera cutánea e hidrata y preserva la riqueza celular de su piel. Además tiene un cómodo dispensador, muy práctico para no tener que andar desenroscando tapones en pleno baño.

El champú mousse de Mustela está diseñado para ser respetuoso con el delicado cuero cabelludo de nuestros peques, hasta en la fase de recién nacido, y contribuye a la desaparición de la famosa costra láctea. De nuevo, el perséose de aguacate se encarga de cuidar de su piel y el ácido salicílico aporta su acción queratorreguladora para controlar la costra.

Y para después del baño, nada mejor que un buen masaje relajante como cierre. El aceite de masaje de Mustela está compuesto por aceite de aguacate natural, que contribuye a restaurar y proteger el film hidrolipídico, y aceites vegetales protectores como el aceite de pepita de granada y el aceite de girasol que aportan hidratación.

Si tu bebé tiene la piel secamuy sensible o atópica, Mustela tiene productos indicados para cada caso, formulados con activos de origen natural que protegerán, hidratarán, aliviarán y cuidarán la piel de tu pequeño. Tal es su compromiso, «Yo quiero un cuidado especial», una apuesta de Mustela por ofrecer a cada tipo de piel un cuidado diseñado específicamente para sus necesidades, siempre con ingredientes de origen natural y con el respeto por la piel de nuestro bebé como máxima.

Por supuesto, es fundamental que tengamos todo preparado y a mano antes de iniciar el baño. La bañera llena hasta donde indique el recipiente, los productos dispuestos y abiertos si tienen tapón de rosca, la esponja —mejor si es natural— y la toalla extendida en la superficie donde vamos a secar al bebé. Los primeros días tendrás que repasar esta lista casi cada vez que vayáis al baño, pero muy pronto lo convertirás en una rutina automática.

Puede ser el baño… o puede que no

Lo tenemos todo preparado y por fin, llega el momento. Pero es muy probable que ese primer contacto con el agua de tu bebé no haya sido como imaginabas. Seguramente se haya echado a llorar según lo hayas desnudado —algunos llevan fatal que les quitemos la ropa— y meterlo en la bañera habrá sido todo un espectáculo. Y también es bastante probable que los siguientes intentos hayan tenido un resultado similar.

Hay varias cosas que tenemos que comprobar antes de decidir que nuestro peque detesta el baño. Lo primero de todo, que no tenga hambre ni sueño. Si se acaba de despertar de una siesta interrumpida, que lo metamos a la bañera no calmará su humor, sino todo lo contrario. Del mismo modo, si vamos apurados con las tomas y le toca en breve, es preferible posponer unos minutos la hora del baño antes de intentar mantener una rutina firme. La estructura es muy importante, por supuesto, pero debemos ser lo suficientemente flexibles para adaptarnos a sus necesidades. Ellos no entienden de horarios.

Si está descansado y bien alimentado pero es meterlo en el agua y echarse a llorar, es momento de poner en práctica nuestra paciencia y constancia. Sácalo, consuélalo y dale cariño. Cuando esté tranquilo, puedes volver a intentarlo alguna vez más y repetir este proceso. De esta manera, poco a poco y durante estos primeros días, irá acostumbrándose al agua pero, a la vez, viendo que no lo vas a obligar a estar en una situación incómoda que le provoca desagrado. Estaréis trabajando juntos en la confianza y eso le dará seguridad para ir aceptando un nuevo medio, desconocido hasta ahora para él (aunque ya sabemos que el medio acuoso del útero ha sido su principal entorno hasta hace poco). Además, en esta primera etapa no necesitan baños largos ni demasiado elaborados. Un poco de agua es más que suficiente.

Si acepta bien el agua pero los lloros vienen cuando lo sacas, pueden darse dos situaciones: la primera, y contra la que tenemos menos opciones, es que le gusta demasiado estar en el agua y si fuera por él, se quedaría a remojo indefinidamente. Ahí únicamente nos queda tener paciencia y ofrecerle cariño y consuelo cuando lo saquemos. Pero también es posible que se trate de la temperatura ambiente. Si la habitación no se encuentra a buena temperatura, el cambio brusco provocará que llore y proteste. Revisa el termostato y envuelve bien a ese peque en la toalla.

Cuando son un poco más mayores, en torno a los 6 o 7 meses, ya son capaces de sentarse solos y es muy probable que si llora al sacarlo del baño y ponerlo en la toalla, proteste por estar tumbado. A esa edad empiezan a querer ganar independencia y tumbados pierden autonomía. Prueba a hacer todo lo que puedas con el peque sentado en lugar de tumbarlo de primeras.

Paciencia y constancia, tus mejores aliadas

Darles una rutina estructurada es importante, sobre todo de cara a la última fase del día. Preparar el baño, la cena (sea biberón o lactancia materna), un libro que leer juntos e irnos a dormir después son pasos que ellos podrán reconocer a base de repetición, y les dará seguridad y tranquilidad porque saben, perfectamente, qué viene a continuación. Algo básico para que podamos estar lo más calmados posibles y que el sueño, dentro de nuestras posibilidades, sea plácido y relajado.

Para lograr esta meta —que no es inalcanzable, pero tampoco es sencilla— es importante la constancia y la paciencia de las que os hablábamos anteriormente. Repetir todos los días estos pasos, darles cariño y seguridad, crear entornos tranquilos y previsibles es de gran ayuda para nuestros bebés. Puede que el baño no sea su momento favorito hoy, y quizá tampoco lo sea mañana. Pero con constancia y paciencia, en cuestión de días o pocas semanas, conseguiréis lograr que el baño sea el mejor momento del día.

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